Son la cuerda que tira de sus padres, abuelos y hermanos hasta el Auditorio Miguel Delibes. Desde el lunes y hasta hoy pasan por el escenario 1.500 escolares de Castilla y León cantando ‘Rambla libertad’, la quinta edición de Cantania en Valladolid, la 25ª en toda España. Lleno absoluto en el patio de butacas y derroche de color, movimiento y sonido con los que emocionan a un público entregado antes de comenzar. El mago Prats vuelve a hacerlo, se convierte durante 45 minutos en la referencia de todos los jóvenes cantores que logran concentrarse a pesar de los infantiles brazos de sus mayores.
La cantata de esta edición es ‘Rambla libertad’, con texto de Marc Rosich y música de Albert Carbonell. Más cercana al musical por la creciente importancia de la coreografía y el atrezzo, el libreto gira en torno a Estela y Gómez, (Claudia Schneider y Toni Viñals), una periodista y un cámara que quieren hacer un reportaje en un barrio donde la gente el feliz. Estela, frívola y ambiciosa, espera adaptar la realidad a su molde, confirmar sus prejuicios. Gómez le abre un mundo de posibilidades que no cuadran con su cuestionario, unos protagonistas que disfrutan de su libertad. Sobre la libertad, sobre sus límites, sobre la tolerancia y la convivencia vuelve a versar este nuevo guion de un proyecto que ante todo es un canto a la colectividad. Ocho instrumentistas acompañan al medio millar de voces. Dos de ellos, la arpista Marianne ten Voorde y el contrabajista Nebosja Slavic, son profesores dela Sinfónicade Castilla y León, junto a ellos el acordeón de Raúl Álvarez, a violinista Alice Howick, Irene Alfageme al piano, Angelo Montanaro al clarinete y al saxo, el trompetista Víctor Teresa y en la percusión Rafa Martín. Excelentes músicos a unos decibelios excesivos que dificultan la audición de los jóvenes cantores.
En cuanto a la propuesta musical, hay sones, ritmos raperos, bossa nova, blues, folk, hasta el himno marcial del final. Los chavales responden con fuerza a las preguntas clichés de Estela, cuyo afán es guiarles por caminos contrapuestos y trillados, el sí o el no, el banco o el negro. Sin embargo los interpelados despliegan un inmenso abanico de opciones. En la que todos coinciden es en el sabor de la libertad, a chocolate, aunque para unos es espeso, para otros claro, algunos no lo conciben sin churros y otros cuantos, con una nube de leche. Después, homenaje sorpresa a los abuelos y un ‘cumpleaños feliz’ que sumó voces. La tentación de la cámara les privó a muchos de disfrutar de otra exitosa edición de Cantania.
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